La falta de instructores calificados se ha convertido en el nuevo cuello de botella en el sector.

En las carreteras donde se mueve la economía, donde el país avanza sobre ruedas y el motor del comercio no se apaga, falta algo más que manos al volante, falta quien enseñe a conducir ese movimiento.
Porque la escasez de operadores no comienza cuando se enciende el motor, sino mucho antes, en aulas de capacitación que no alcanzan, licencias que se retrasan y una formación que no logra seguir el ritmo de la industria.
“La realidad es que es una industria bonita, apasionante. Y es muy noble”, comenta Einar Palomino, director general de VI Human y presidente de Drive Is Great, la certificación de buenas prácticas con los operadores que impulsan Grupo T21 y VI Human.
Palomino reconoce que cada vez menos jóvenes se sienten atraídos por la conducción profesional. “Tiene también un poco que ver esta parte de por qué faltan operadores, porque ya no es atractivo para los chavos manejar”, explica.
El problema es estructural. Mientras el transporte de carga se consolida como columna vertebral de la economía, aportando el 5.9% del Producto Interno Bruto (PIB) y generando más de 2.3 millones de empleos directos, de acuerdo con la Estadística Básica del Autotransporte Federal 2024 publicada por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), el ritmo de formación de nuevos operadores sigue sin responder a las exigencias del sector.
Según el mismo documento, en 2024 se registraron más de 222 mil permisionarios del autotransporte de carga general y especializado. Sin embargo, la emisión de licencias no ha crecido al mismo ritmo. “El sector crece muchísimo. Está creciendo muy fuerte. Pero no hay operadores, porque no hay quién los forme”, advierte Palomino.
Esto evidencia una brecha entre la demanda operativa del sector y la capacidad institucional para incorporar nuevos conductores.
“Una empresa de cada 200 tiene un proyecto de formación singular”, advierte. El resto compite por los mismos operadores disponibles, sin invertir en formar nuevos perfiles.
En algunos casos aislados, empresas han comenzado a adoptar y patrocinar Centros de Capacitación para el Trabajo Industrial (Cecatis), lo que permite a los alumnos acceder a clases prácticas y egresar con un empleo formal garantizado. Sin embargo, estos esfuerzos aún son la excepción y no la norma en el panorama nacional.
“Hay centros de formación que toman a un operador con 30 años de experiencia y lo colocan como instructor, aunque no tenga habilidades docentes”, advierte Miguel Guzmán Negrete, director general de PISVI Mobility, un centro de estudios en planes integrales de seguridad vial.
“No todo excelente conductor es buen maestro”, añade. La mayoría de los programas de capacitación sigue enseñando bajo esquemas tradicionales, sin adaptarse a los cambios de la movilidad ni integrar enfoques de seguridad vial, riesgos y nuevas tecnologías.
FUENTE-T21