El gobierno atraerá la imposición de aranceles climáticos a las exportaciones de nuestro país, que resultarán ruinosos para la economía nacional. Esto, al quebrantar sus compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero ante el Acuerdo de París. Recordemos que el gobierno se negó a presentar ante las Naciones Unidas metas de reducción más ambiciosas hacia el 2030 y 2050, y más bien, intentó evadirse con una nueva Contribución Nacional Determinada (NDC, por sus siglas en inglés) vaga y sin contenido real de políticas e instrumentos, lo que convierte a México en un verdadero paria en el concierto internacional. También, el gobierno viola la legislación nacional en materia de transición energética y cambio climático, y se aleja de la meta obligatoria de generar al menos el 35% de su electricidad con fuentes de energía limpia para el 2024. En este escenario, en Estados Unidos, el gobierno de Biden ha puesto en marcha a gran escala un plan de reconversión energética y productiva para cumplir con el Acuerdo de París, reducir en 50% sus emisiones hacia el 2030 y llegar a cero emisiones netas en el 2050. Por su parte, la Comisión Europea promulgó desde el año pasado el Pacto Verde Europeo (European Green Deal), su propio plan de acción climática, económica y de desarrollo, con metas de reducción de emisiones más o menos equivalentes a las asumidas por el gobierno de Biden.
Claramente, políticas climáticas de este tipo, aplicadas a lo largo y ancho de la economía – y especialmente en el sector industrial – pueden provocar las llamadas fugas de carbono (carbon leakage), que ocurren cuando empresas manufactureras se relocalizan en otros países y regiones para evitar costos derivados de mercados de carbono (que obligan a las empresas a reducir emisiones o a comprar permisos de reducción de emisiones), de impuestos al carbono (carbon tax), o de diversos tipos de regulaciones. Por las mismas razones, y en el escenario de sólidas políticas climáticas en Europa y Estados Unidos, habría una ventaja competitiva desleal para países que no cumplieran con el Acuerdo de París. Por ello, será imperativa la imposición de aranceles climáticos (Carbon Border Adjustements), que son impuestos a los bienes importados cuya magnitud se establece con base en las emisiones de carbono asociadas a la producción de un bien particular. Los aranceles climáticos permiten hacer frente a las asimetrías de política climática entre diferentes países, pues aseguran que el precio de las importaciones refleje con objetividad su contenido de carbono. Este arancel climático será particularmente relevante en exportaciones de sectores como siderurgia, minería, cemento, metalmecánico, automotriz, fertilizantes, química y petroquímica, vidrio, aluminio, y también industrias agroalimentarias. Para México, esto representaría un fuerte impacto en nuestro comercio exterior, ya que más del 86 % de las ventas mexicanas de bienes al exterior se destinan a Estados Unidos (81%) y a Europa (5%).
Hay que recordar que tanto Europa como Estados Unidos tienen ya una importante infraestructura institucional en materia de mercados de carbono y de impuestos al carbono. En Estados Unidos destacan el mercado de California y el mercado del Noreste (denominado RGGI, Regional Greenhouse Gas Initiative), mientras que Europa ha desarrollado desde el 2005 un Sistema de Comercio de Emisiones que cubre el 45% de sus emisiones e incluye a los sectores de energía e industria, principalmente. Cabe señalar que en un contexto de esta naturaleza se podrá perfectamente invocar el Artículo XX del GATT en el seno de la Organización Mundial de Comercio para justificar la aplicación de aranceles climáticos. Los aranceles climáticos, definitivamente, nivelarían el terreno de juego económico, aunque habría algunas dificultades técnicas importantes en su diseño y aplicación como, por ejemplo, el cálculo de las emisiones de carbono embebidas o inherentes en cada proceso productivo para distintos sectores y productos, y de la magnitud del impuesto o arancel a aplicarse.
Independientemente de las implicaciones comerciales, los aranceles climáticos serán un poderoso instrumento para inducir a naciones rezagadas u omisas a cumplir con el Acuerdo de París y a adoptar compromisos y políticas serias de reducción de gases de efecto invernadero. Obviamente, desde una perspectiva mexicana, el gobierno del presidente López, por sus acciones de destrucción institucional, y de regresión energética, climática y ambiental, se acerca a un conflicto mayor con los Estados Unidos y con Europa, al igual que con las propias empresas exportadoras mexicanas.
Fuente: Gabriel Quadri De La Torre